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Mi abuela me cuida y me compra la ropa

Los abuelos canguro y los abuelos banqueros. Las tareas que asumen los mayores para ayudar a hijos y nietos

 

Joseba Larrinaga y Trini Ugarte 

La vida de muchas  familias jóvenes españolas ha experimentado una gran transformación desde el comienzo de la crisis en 2008. Para muchos abuelos esta transformación de las condiciones de sus hijos ha sido la antesala de un cambio a peor en su propia existencia. Han tenido que ser testigos de cómo sus hijos perdían sus trabajos o se veían obligados a afrontar jornadas laborales interminables que les permitieran “cuadrar las cuentas” y cubrir las necesidades básicas de sus familias. Ante tan difíciles circunstancias, los abuelos se han visto obligados a desempeñar un papel para el que nadie les había preparado: el  de abuelos canguro o el  de abuelos banqueros. Y esto los más afortunados, porque hay mayores que no han tenido más remedio que desempeñar los dos papeles a la vez.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los abuelos canguro

Una de cada cuatro abuelas y abuelos españoles se dedica en la actualidad a cuidar de sus nietos. El  tiempo que suelen  emplear a diario a esta tarea es de siete horas, dos por encima de la media europea, según la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. Esta circunstancia, a la que posiblemente la generación anterior se había desacostumbrado pero que ha vuelto con fuerza, hace que los abuelos actuales se enfrenten a una curiosa situación: por un lado, son ellos los que necesitan que se les cuide. Por otro, son los principales cuidadores de unos nietos cuyos padres y madres trabajan fuera de casa y no les pueden dedicar tanto tiempo como los niños necesitan. 

Los abuelos son fundamentales en el cuidado de los nietos. Debido a su experiencia vital, a que ya han pasado por la responsabilidad de educar a sus propios hijos, es como si educar a sus nietos fuera una segunda oportunidad para “hacerlo mejor”. Libres de la responsabilidad directa de la educación, que corresponde a los padres, los abuelos pueden ofrecer a sus nietos una mayor dosis de cariño y de “hacer la vista gorda”,  lo que, a priori, convierte la tarea en algo mucho más amable y reconfortante para los más mayores, que la asumen convencidos de que solo les reportará beneficios

Los abuelos tienen que enfrentarse

a situaciones que no parecen

apropiadas para personas de su edad

En un momento en el que la esperanza de vida en España ha superado los 85 años en el caso de las mujeres y los 80 en el caso de los hombres, ahora bien, resulta paradójico que personas que deberían estar disfrutando de un merecido tiempo de relax se sientan en muchas ocasiones estresadas. A pesar de que la mayoría de las veces los abuelos asumen contentos la tarea de cuidado de los nietos, en no pocas ocasiones tienen que enfrentarse a situaciones que no parecen apropiadas para personas de su edad. La vitalidad de un niño pequeño, o no tan pequeño, puede resultar agotadora para un abuelo de 70 años que, aunque se encuentre sano y activo, no puede obviar el hecho de tener sus capacidades mermadas por la simple circunstancia del paso del tiempo.

Para ayudar a los abuelos cuidadores a cuidar de sí mismos, la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología ha confeccionado un “Decálogo del abuelo canguro”. Se trata de una serie de consejos que les ayudarán a sobrellevar mejor el cuidado de los nietos y a disfrutar de la tarea sin miedo a sentirse cansados o sobrepasados. Entre las recomendaciones que los abuelos reciben está la de no sobrecargarse de labores, aprender a decir no, mantenerse en una buena forma física y no descuidar su salud, poner límites y reservarse su propio espacio y  tiempo.

Con mi mantita en el sofá

Begoña tiene 72 años y es una abuela canguro. Se ocupa de atender a sus nietos al mediodía, cuando regresan a casa a comer. Ella les prepara la comida. También es quien se encarga de recogerles por la tarde cuando salen de clase, darles la merienda y acompañarles a las clases extraescolares. Está con ellos hasta que sus padres vuelven del trabajo.

 

 

 

 

 

 

 

Begoña se siente culpable

cuando llueve y tiene que salir

a recoger a sus nietos

Begoña afirma estar encantada de echar una mano a sus hijos cuidando de los nietos, aunque a veces se encuentre un poco cansada: “ya no tengo la vitalidad que tenía antes”, afirma, “y es verdad que hay veces en las que me gustaría quedarme en casa por la tarde viendo un poco la tele en lugar de tener que salir a buscarles.” Esta abuela, que se declara enamorada de sus nietos, no puede evitar sentirse un poco culpable cada vez que llueve y hace frío y tiene que salir a recogerlos: “¡Con lo a gusto que me quedaría sentada en el sofá con mi mantita!”, dice con una sonrisa ligeramente teñida de culpabilidad. Termina la jornada rendida, y hay veces que desearía quedarse descansando, pero es consciente de que para que sus padres puedan seguir trabajando, ella debe continuar ayudándoles.

Los abuelos banqueros

Además de cuidadores de los nietos, los abuelos, desde el comienzo de la crisis en 2008 han desempeñado otro papel fundamental dentro de las familias. En muchos casos se han constituido en el principal soporte económico. El paro ha hecho verdaderos estragos en las familias españolas y las reducidas pensiones de los abuelos han pasado a ser, más frecuentemente de lo que cabría pensar, la única fuente sostenida de ingresos. Abuelos y abuelas que debieran estar disfrutando de una merecida y tranquila jubilación se ven obligados a hacer cálculos todos los meses para comprobar si con sus exiguas pensiones serán capaces de cubrir las necesidades básicas de sus hijos y nietos.

La Organización No Gubernamental (ONG) de desarrollo EDUCO, que trabaja a favor de los derechos de la infancia, llevó a cabo un estudio en 2015 sobre el papel de los abuelos en la crisis económica. El objetivo principal era dar a conocer la situación de los abuelos que ayudan económicamente a sus hijos y nietos, saber qué implica esta ayuda a los propios abuelos y cómo afecta a sus familias. Para ello, se llevaron a cabo 504 encuestas a abuelos mayores de 50 años de distintas zonas del territorio español. Los resultados obtenidos permitieron concluir que el perfil del abuelo que ayuda económicamente a sus hijos y nietos es una persona de 66 años que vive en un hogar de más de 2 miembros. Suele disponer de una vivienda en propiedad.

En muchos casos, la ayuda de los abuelos se presenta de múltiples formas: dando de comer o de cenar a los nietos en casa, acogiendo a  la familia de los hijos en la propia casa o pasando una cantidad económica de forma regular. Los que optan por esta última modalidad, suelen aportar una media de 290 euros al mes para ayudar a sus hijos y nietos, lo que para 2 de cada 10 supone más del 40% de sus ingresos.  La mayoría de los abuelos son pensionistas y un 45% tiene ingresos mensuales inferiores a 1000 euros. Aunque la mayoría ayuda a un solo hijo, un 20% de los abuelos colabora con más de uno.

 

 

 

 

Muchos mayores declaran

tener dificultades

para llegar a fin de mes 

La cooperación no es fácil para los mayores en muchas ocasiones. Muchos de ellos declaran tener dificultades para llegar a fin de mes y hay a quienes no les queda más remedio que solicitar un crédito o vender algunas posesiones para poder seguir ayudando a los suyos. De acuerdo con la encuesta de Educo, el 10% de los abuelos encuestados se había visto obligado a vender alguno de sus bienes. Las joyas son las que ocupan la primera posición seguidas de las viviendas o terrenos. Este esfuerzo económico también repercute en una peor calidad de vida para ellos mismos: un 46% ha reducido sus gastos en tratamientos y servicios de salud, un 45% ha reducido sus gastos en consumo de electricidad y, aunque solo el 5% reconoce que su alimentación ha empeorado, el 46% declara que ha reducido el gasto en la cesta de la compra, que ahora tiene menos productos frescos como la carne, el pescado, la fruta o la verdura. 

María Luisa lleva ayudando a sus hijos y nietos desde 2010. “Mi hijo se quedó en paro y con el sueldo de mi nuera no llega para todo, así que les ayudo en lo que puedo”. Por suerte, en su caso, esta colaboración no ha derivado en una merma en su nivel de vida. “mis necesidades son pocas”, aclara Maria Luisa, “y tengo una pensión que aunque pequeña es digna y me permite ayudarles”. El hecho de que al menos uno de los miembros de la unidad familiar, su nuera en este caso, siga contribuyendo al sostenimiento de la economía familiar no les deja en la peor de las situaciones. “Otra cosa sería si los dos estuvieran en paro”, reflexiona en voz alta María Luisa,  “ahí sí que las pasaríamos todos canutas”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Palabras clave: abuelos, cuidados, nietos, educación, crisis económica, envejecimiento activo. 

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